El beso – Gustavo Adolfo Bécquer
«El beso» es una de las «Leyendas» más emblemáticas de Gustavo Adolfo Bécquer, una obra maestra del Romanticismo español que fusiona el terror gótico, el misticismo y la pasión desenfrenada. Publicada en 1863, esta narración breve, pero intensamente atmosférica, nos transporta a una Toledo del siglo XIX ocupada por el ejército francés. Más que un simple relato histórico, la obra es una reflexión profunda sobre la dualidad entre lo terrenal y lo divino, la pasión y la pureza, y el trágico choque entre la vida y la muerte.
La historia se inicia con la llegada de una compañía de soldados franceses a la antigua ciudad de Toledo. La iglesia de San Juan de los Reyes, un monumento gótico-mudéjar, se convierte en su improvisado cuartel. En el interior de la iglesia, el capitán, un joven y apuesto oficial, descubre la imponente estatua de alabastro de una noble, doña Elvira de Castaneda, que yace junto a su esposo en su sepulcro. La belleza y la serenidad de la estatua, en un contraste llamativo con el caos y la vulgaridad del campamento militar, fascinan al capitán, quien se obsesiona con la imagen de la mujer inerte.
Lo que comienza como una simple admiración, pronto se transforma en una fijación peligrosa. La estatua, que el capitán llama «mi amada», se convierte en el objeto de su deseo, en un ideal inalcanzable. El joven oficial, impulsado por una mezcla de embriaguez y arrogancia, proclama que es tan real como una mujer viva y que será su amante. Este acto, que para sus camaradas es una simple broma de borrachos, es para el lector el primer paso en un descenso hacia el sacrilegio. El capitán, en su delirio, decide consumar su amor no correspondido y se acerca a la estatua para besarla.
El momento culminante de la leyenda es el beso. Cuando el capitán inclina su cabeza para besar los fríos labios de piedra de la estatua, la mano de alabastro del guerrero del sepulcro, el esposo de la noble, se levanta y lo golpea en la frente. El golpe es tan contundente que el capitán cae muerto en el suelo. Este suceso, que podría parecer una superstición, es la consecuencia simbólica del ultraje. La estatua, que representa la pureza, la fe y la fidelidad matrimonial, rechaza el beso profano y castiga la transgresión. El acto del capitán no es un simple beso, sino un acto de violación espiritual y profanación, y la reacción de la estatua es la manifestación de una justicia sobrenatural.
La narrativa de Bécquer en «El beso» es magistral. Utiliza una prosa poética y una rica simbología para construir un ambiente opresivo y misterioso. La iglesia, un lugar sagrado, se ve profanada por la presencia de los soldados, y este desorden físico se corresponde con el desorden moral del capitán. El relato explora la tensión entre el mundo material y el espiritual. Bécquer nos sugiere que hay fuerzas más allá de nuestra comprensión que defienden la pureza y el honor, y que las acciones humanas tienen consecuencias que trascienden la vida misma. El beso, que en un contexto diferente sería un símbolo de amor, se convierte aquí en un acto de muerte, demostrando que la pasión no controlada por la moralidad puede ser un camino hacia la destrucción.
El cuento es una alegoría del choque cultural entre la razón ilustrada de los franceses y la fe mística y legendaria del pueblo español, representado por la milenaria ciudad de Toledo. El capitán francés, un hombre de la era napoleónica, de espíritu pragmático y escéptico, es incapaz de comprender la dimensión sagrada del lugar y la trascendencia de su acto. Su muerte es un castigo, pero también una lección sobre los límites de la arrogancia humana frente a lo sagrado. La leyenda es un recordatorio de que algunas fuerzas, aunque invisibles, son más poderosas que la fuerza militar o la arrogancia individual.
Con su tono sombrío y su final impactante, «El beso» es una obra que sigue resonando con el lector contemporáneo. Es una pieza clave para entender el movimiento romántico, su fascinación por lo sobrenatural, la muerte y la pasión. La historia de Bécquer no es solo una leyenda, sino un poema en prosa que nos advierte de que hay amores que no se pueden forzar, y que el pasado, en su forma más pura, a veces puede reclamar la justicia que el presente ignora. Es una obra inolvidable que deja una profunda impresión, demostrando por qué Bécquer es considerado uno de los grandes maestros de la prosa poética en español.
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